Consecuencias y efectos del divorcio en los menores

El Divorcio con hijos e hijas

Es indiscutible que la familia, en cualquiera de sus formas, representa uno de los pilares de la sociedad. No obstante, entendemos también que en el escenario del bienestar para todas las personas que conforman el núcleo familiar, EL DIVORCIO muchas veces, se constituye como la decisión más sensata. Por esta razón y, además, comprendiendo que atender un divorcio no significa resolver única y exclusivamente los problemas legales entre los cónyuges, sino que también significa atender las consecuencias que los menores tendrán, elaboramos el presente artículo sobre las consecuencias y efectos del divorcio en los menores, con el objetivo de brindar orientación a nuestros clientes sobre cómo desenvolverse ante tal situación.

¿Cuáles son las consecuencias del divorcio en menores?

En multitud de ocasiones se suele pensar por unanimidad una serie de consecuencias negativas relacionadas con los menores tras un divorcio, la idea común es que al divorcio le siguen inevitablemente consecuencias como: el bajo rendimiento académico del menor, problemas de adaptación o mala conducta. Como adelantamos, creemos que este modo de pensar es erróneo o mejor dicho, incompleto.


Es cierto, que algunas veces, la separación de los cónyuges puede constituirse como un factor que influya en cierto grado en la formación de los problemas mencionados. De hecho, el distanciamiento puede ser una condición que contribuya al bajo rendimiento académico del menor o a los problemas de sociabilidad del mismo; a lo que vamos es que no existe una relación NECESARIA O INEVITABLE entre ambos puntos.

Desde nuestra experiencia, el principal problema que se deriva de la separación o divorcio de los cónyuges para los menores está constituido por el sin fin de dudas e incertidumbres que se le puedan generar. Este es el problema que debemos atender.

¿Consecuencias y efectos del divorcio en los menores?

Diferentes estudios psicológicos señalan que el impacto del divorcio varía según la edad del menor. A continuación desarrollaremos los probables efectos del divorcio en función de la edad de estos, sin perder de vista, lo que ya habíamos mencionado anteriormente: “no existe un vínculo necesario entre el divorcio y la consecuencias dañinas en las formación de la persona”


En menores de hasta 6 años

En esta etapa los menores suelen desarrollar la imaginación, la creatividad y -en vista de ello- suelen realizar muchas preguntas, las cuales deben ser resueltas de manera clara y concisa. Asimismo, una característica importante de esta etapa es que son egocéntricos, es decir, reconducen las responsabilidades de las cosas buenas o malas a algún comportamiento suyo, personificando en sus personas lo ocurrido.

Desde esta óptica, en caso de que el menor o la menor tenga que afrontar la separación de sus cónyuges, puede llegar a formular ideas como “se separan porque me porto mal”.

De ser el caso, los cónyuges deben ser responsables y erradicar esos juicios de valor del menor oportunamente, mediante el diálogo y la compresión. Además deben estar muy pendientes de las posteriores conductas del menor.

De 6 hasta los 12 años

En esta etapa la personalidad del menor ya se encuentra relativamente consolidada. En virtud de ello, es posible que en el marco de sus posibilidades el menor, fundado en sentimiento de apego, intente lograr que los cónyuges vuelvan a juntarse. Por lo general, no lo logran y en vista de ello pueden aparecer sentimientos de miedo, soledad y culpabilidad.

En caso de que el divorcio haya ocurrido en esta etapa, lo más conveniente es atender las dudas del menor y explicarle que los problemas que se tengan con el cónyuge tienen absoluta independencia con la relación entre ambos. Es el papel de los cónyuges demostrar con los hechos que el deterioro de las relaciones conyugales, en nada afectan a las relaciones con los menores.

Cuando se tienen menores adolescentes

Esta es, sin duda, la etapa más complicada. Los menores y las menores durante esta etapa afianzan su personalidad y empiezan a tender más puentes con elementos externos a la familia (amistades dentro y fuera de la escuela, primeras parejas, etc).


Si el divorcio se produce durante esta etapa, los cónyuges tienen el deber de orientar sus hijos e hijas en los problemas que se encontrarán como adolescentes, sin que el divorcio afecte dicho trance.

Al igual que las dos situaciones anteriores, los cónyuges deben dejar claro que las relaciones con los menores no se encuentran en modo alguno afectadas por los problemas de la pareja.

¿Qué hacer en un divorcio con los menores?

Se debe explicar a los y las menores de manera clara y sin tapujos los fundamentos de la decisión tan vital. Cómo habíamos anunciado, la existencia o no de secuelas negativas tras el divorcio depende de la actitud que tomen los cónyuges con respecto al mar de incertidumbres que se genera automáticamente una vez tomada la decisión, al entorno inmediato y un gran etcétera. Todas las dudas deben ser atendidas y resueltas, no margen de duda alguna que pueda ocasionar problemas como los anteriores descritos, como el sentimiento de culpabilidad de alguno de los menores.

¿Cómo anunciar el divorcio a los menores?

Como dijimos anteriormente, no deben existir reservas o medias verdades a la hora de hablar del divorcio frente a los y las menores, mientras más claro y sincero sea el mensaje, mejor.


Por eso, los cónyuges deben hacer entender a sus hijos e hijas que la separación es la decisión más sensata para la felicidad conjunta, que se separan en el marco del respeto mutuo y que, en última instancia, el deterioro de las relaciones entre los cónyuges no debe influir en modo alguno en los sentimientos hacia los menores.

¿Cómo hacer para reducir las consecuencias y efectos del divorcio en los menores?

El divorcio como cualquier decisión genera consecuencias pero insistimos en que la clave es dialogar de manera clara sin ocultar los fundamentos de la decisión. Una vez hecho esto, la diligencia de los cónyuges en el cuidado de los menores debe “duplicarse”. Por ejemplo, el cónyuge que no vive con el menor, debe acudir constantemente al centro educativo a verificar su avance académico, así también, para cerciorarse de que la conducta del mismo no ha variado en lo sustancial. En caso de verificarse alguna variación negativa en la conducta, se deben tender puentes de diálogos y expresar confianza y atención sobre las dudas o molestias del menor.

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